18 de febrero de 2014

Razid

Un pequeño relato que forma parte de uno de mis muchos guiones de cómic que andan cogiendo polvo en los cajones.


Razid

En la arcaica mansión en el corazón de Káydhas capital, una familia se reúne para acompañar a la abuela en los últimos días de su vida. La anciana con las pocas fuerzas que le quedan pide hablar con el hombre que se sienta junto a la chimenea vestido con una gruesa túnica que no deja ver su rostro.
El hombre se acerca al lecho de la anciana y todos los demás salen de la habitación. La anciana tiende su huesuda mano a éste.
- Padre...cuando yo muera...el demonio quedará libre... ¿Que pasará entonces?
El hombre coge la enjuta mano de la anciana con la suya, joven y fuerte.
- No lo sé...no lo sé.
                                                     -o-

En una cabaña en medio del bosque una familia hace su vida cotidiana, mientras la madre prepara la cena, las niñas “juegan” en otra habitación.
La mayor está concentrada haciendo los preparativos para lo que será su primer intento de invocación siguiendo las instrucciones de un viejo y raído libro.

-¿Y si estos demonios ya están cogidos? ¿Funcionará?- pregunta la pequeña asomándose al libro.
- Pues no sé...- dice la mayor comenzando la invocación.
-¡Aparece ante mí Jezzelek!- dice mirando la lista de nombres de seres demoníacos del libro. No ocurre nada.
-¡Acude a mí...Mazarak!- Vuelve a intentarlo varias veces sin resultado.
-¿Vas a recitar todo el libro?- dice la pequeña aburrida al cabo de un buen rato.
-¡Acude a mí poderoso...ummm...emmm...- sin mirar el libro, se lo inventa- ...Razid!
Un tenue resplandor empieza a brotar del círculo cobrando intensidad, la pequeña grita entusiasmada, a la mayor se le acelera el pulso. Tras un breve destello el círculo se apaga quedando las dos decepcionadas.

Toc, toc, toc, llaman a la puerta.
- Id a abrid niñas, debe ser vuestro padre- dice la madre desde la cocina.
Sin tiempo para recuperarse del fracaso la mayor corre a abrir la puerta. Frente a ella en el umbral de la puerta hay una siniestra figura envuelta en una túnica negra. Asustada vuelve a cerrar la puerta a toda prisa.
-¿Qué pasa? ¿Qué son esas caras?- llega la madre al escuchar el portazo.
-¡Es un brujo Kensai, es un brujo, he visto su montura!- dice la pequeña encantada.
La madre vuelve a abrir la puerta. Un caballero elfo vestido con elegantes ropajes y sonrisa amable espera junto a la puerta.
- Disculpe mi intromisión señora, no era mi intención asustar a las niñas.- dice de forma educada.
-¿En que puedo ayudarle señor?- pregunta la madre.
-Me encuentro de paso por estas tierras y me he desorientado, la noche se presenta fría y me preguntaba si podría ofrecerme cobijo, le pagaré bien.- dice el elfo.
-Mi marido está de caza y no tardará en volver pero no creo que ponga objeción en acoger a un viajero, pase y caliéntese junto a fuego señor... - dice la madre invitándole a entrar.
-RunaPlata a su servicio señora- responde el elfo con una cortés inclinación de cabeza.

-¿Es usted nigromante señor? – pregunta la mayor tímidamente mientras se ofrece guardarle la capa.
- ¡Sería estupendo tener un demonio para que proteja a mi familia!- Entusiasmada, la pequeña agasaja al viajero.
-Me temo pequeña que eso no es tan simple- dice el elfo en tono cordial- Para invocar a un demonio primero tienes que saber su nombre, luego tendrás que llamarle, luchar contra él y vencerle, amenazar su vida hasta obligarle a aceptar el pacto demoníaco que le convertirá en tu esbirro- Se inclina hacia la pequeña en forma de complicidad - pero si no estás segura de vencer déjale marchar antes de que empiece el combate y podrás salvar la vida, aunque ...- Se encoge de hombros - no siempre es una garantía. Los demonios odian a los brujos.

Sentados todos a la mesa para la cena, la madre está inquieta porque el padre aún no ha vuelto. Las niñas siguen su animada conversación sobre demonología con el forastero, la mayor le cuenta su aprendizaje  autodidacta y le pide consejo respecto a su fracasada invocación.

-Entonces...- El nigromante clava su mirada a la muchacha helándole la sangre- ...eres tú quien me ha llamado.

– Lo primero que te dicen en la escuela es que jamás llames a un demonio al que no puedas vencer. –Dice el elfo bajando el tono de voz. Su penetrante mirada deja paralizada a la muchacha y una sensación de pánico recorre el cuerpo de esta.

La madre está ocupada dándole de comer a la pequeña y demasiado preocupada por la tardanza de su marido como para prestar atención a la conversación de ambos.
-¿Y usted a vencido a muchos demonios señor Runaplata?- pregunta la pequeña despreocupada.
- ¡Oh si, ha muchos!-dice el elfo recuperando su habitual tono cordial- Y ahora, si me disculpan, creo que será mejor que me marche.- Se levanta de la mesa y recoge sus cosas para irse.
-¿Cómo? ¿No va ha quedarse?- dice la madre extrañada mientras le acompaña a la puerta.
- No ha sido una acción acertada ¿No es así?- el elfo lanza su pregunta al aire, nadie presta atención a la chica aún sentada a la mesa que pálida y temblorosa susurra “puedes marcharte”

En el umbral de la puerta el viajero le da las gracias a la mujer por la cena.
- Ha sido un placer señora y perdone las molestia que le he causado- le entrega una bolsa con oro, cuando la madre levanta la mirada del bolsón de dinero, el elfo ya no está, sale al camino a buscarlo y  se tropieza con el marido que está de vuelta.
No hay ni rastro del forastero.

                                                                  Fin